Es un padecimiento neurológico del movimiento que produce contracciones musculares espontáneas y anormales que ocasionan que ciertas partes del cuerpo se muevan de manera repetitiva o se tuerzan, adoptando posturas dolorosas que pueden afectar la calidad de vida e interferir en las actividades cotidianas como caminar, dormir o comer.
La distonía, según los últimos estudios, puede deberse a una mala comunicación de las células nerviosas en diversas partes de la corteza cerebral, así como a la genética. Sin embargo, algunos expertos señalan que puede ser un indicativo de la presencia de otra enfermedad, como:
- Accidentes cerebrovasculares.
- Anomalías congénitas.
- Encefalitis.
- Las enfermedades de Parkinson, Huntington, y Wilson.
- Deficiencia de oxígeno.
- Intoxicación con monóxido de carbono.
- Efectos secundarios de ciertos fármacos.
- Traumatismos cerebrales.
- Tuberculosis.
- Tumoraciones en el cerebro.
La distonía se clasifica en:
- Primaria: en donde no existe otro padecimiento presente.
- Secundaria: surge como consecuencia de una infección, lesión, ictus o traumatismo cerebral.
También se divide según la zona afectada del organismo en:
- Focal: ataca una sola parte del cuerpo.
- General: afecta la mayoría o todas las partes del cuerpo.
La distonía puede comenzar afectando cuello, cuerdas vocales, laringe, lengua, mandíbula, párpados, antebrazo y mano.
Riesgos potenciales:
Dependen del tipo de distonía que se tenga, pero los más comunes son:
- Ansiedad.
- Aislamiento social.
- Depresión.
- Discapacidad física.
- Dificultades para comer.
- Problemas de expresión oral.
- Dolor por la contracción muscular.
- Cansancio.
- Debilidad.
- Problemas de visión.