Se trata de un estado permanente de tristeza profunda y dolor por la muerte de un ser querido que no cesa con el paso del tiempo o que incluso, puede incrementarse, afectando la vida de quien lo padece en el ámbito personal, familiar, social y laboral.
El proceso de duelo pasa por diferentes etapas en las que la persona siente miedo, enojo, tristeza, ira y culpa, entre otras emociones, pero que van aminorando poco a poco hasta llegar a la aceptación de la pérdida para continuar con la vida normal. Sin embargo, cuando no se logran superar estas etapas después de más de un año del fallecimiento del ser querido, estamos hablando de un duelo complicado que requiere el apoyo de un especialista para afrontarlo y aceptar que no se puede vivir con un duelo continuo.
Los expertos en salud mental señalan que el duelo complicado puede estar relacionado con la personalidad, la genética, la composición química del organismo y el entorno en el que se desenvuelve la persona. Las mujeres y los adultos mayores son las más propensas a padecerlo.
Existen una serie de aspectos que pueden contribuir a vivir un duelo complicado, entre ellos:
- Antecedentes de ansiedad, depresión o estrés postraumático.
- Dependencia con la persona fallecida.
- Dificultades económicas o de otra índole que generan mucho estrés.
- Experiencias traumáticas durante la niñez.
- Muerte abrupta o violenta.