El diagnóstico del pinzamiento subacromial se basa principalmente en la historia clínica del paciente, así como en una exploración física.
El médico suele indagar sobre el tipo y localización del dolor, así como los factores que lo pueden llegar a agravar, un ejemplo es levantar el brazo, y la duración de los síntomas.
Durante la exploración física se pueden emplear pruebas específicas como el test de Neer, el test de Hawkins-Kennedy o el test de Yocum, que reproducen el dolor característico al comprimir estructuras bajo el arco acromial. Todas estas maniobras ayudan a identificar la presencia de irritación o inflamación del manguito rotador o de la bursa subacromial.
Posteriormente, para llevar tanto a un diagnóstico confirmatorio o evaluar el grado de afectación, pueden utilizarse diversos estudios de imagen. La radiografía simple ayuda a detectar alteraciones óseas como la forma del acromion o la presencia de osteofitos.
La ecografía es útil para visualizar tendinopatías o bursitis, mientras que la resonancia magnética proporciona una imagen más detallada de los tejidos blandos, lo que es útil para detectar desgarros parciales o completos del manguito rotador.
En ocasiones, es posible solicitar una infiltración diagnóstica con anestésico local en el espacio subacromial; en caso de que desaparezca de manera temporal el dolor tras la inyección, se considera un indicio importante de pinzamiento subacromial.