Una vez que tu dermatólogo analice tu sintomatología e historial clínico, te realizará una revisión física en la observará las lesiones cutáneas que presentes para determinar si se trata de alergia solar o de algún otro padecimiento de la piel.
Para confirmar el diagnóstico, te practicará una serie de estudios como análisis de sangre, biopsias cutáneas, fotoprueba y fotoparche.
Al establecer el diagnóstico, se determinará el tratamiento a seguir, en el que será necesario evitar exponerse a la luz solar, usar ropa holgada y de textura suave, lavar la zona con agua fría y dejar secar la piel al aire.
En casos leves, no se requerirán medicamentos, pero si los síntomas son graves, te recetarán cremas tópicas con antihistamínicos o corticosteroides, así como sus versiones orales.
También pueden prescribirte la ingesta de antioxidantes y un medicamento contra la malaria llamado hidroxicloroquina que resulta efectivo en ciertos casos.
Adicionalmente, y si padeces una forma grave de alergia al sol, te recomendarán someterte a sesiones periódicas de terapia fotodinámica, las cuales consisten en exponer gradual y continuamente la piel a los rayos ultravioleta mediante un aparato lumínico diseñado especialmente para este fin. De esta forma, la piel va acostumbrándose a la exposición a estos rayos, con lo que la reacción alérgica va disminuyendo, logrando desaparecer en algunos casos.
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