Se trata del nombre genérico que se aplica para integrar diversas afecciones gastrointestinales de naturaleza inflamatoria crónica, principalmente la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. Ambos padecimientos provocan anomalías digestivas que impiden la correcta absorción de las sustancias nutritivas de los alimentos, presentando etapas activas recurrentes con fases intermedias de inactivación patológica.
La colitis ulcerosa genera procesos inflamatorios en el colon y el recto, produciendo llagas en las paredes tisulares, mientras que la enfermedad de Crohn provoca lesiones inflamatorias a lo largo de todo el aparato digestivo, pudiendo afectar a profundidad el tracto entero, desde la cavidad bucal hasta el ano.
En ambos casos, desencadenan episodios diarreicos, cólicos abdominales, cansancio, hemorragias rectales y disminución del peso corporal, por lo que, dependiendo de la gravedad, es posible que detonen complicaciones serias de pronóstico reservado.
El origen de la enfermedad intestinal inflamatoria es incierto, aunque se consideran como posibles causas la exposición prolongada a situaciones estresantes y el tipo de alimentación, así como alguna disfunción del sistema inmunológico del organismo.
Algunos riesgos potenciales que se han identificado son:
- Ser fumador.
- Consumir con frecuencia antiinflamatorios no esteroideos.
- Tener menos de 30 años de edad.
- Contar con familiares que padezcan o hayan padecido esta enfermedad.