Se trata de una afección alérgica muy frecuente que produce una sintomatología semejante a la del refriado común, tales como mucosidad abundante, congestionamiento nasal, estornudos y comezón ocular, entre otros.
Los alérgenos que desencadenan la fiebre del heno o rinitis alérgica, como también se le conoce, pueden encontrarse en lugares cerrados o al aire libre, destacando el polvo, el polen, el moho, pelo con saliva de animales de compañía como perros y gatos.
Al ser una alergia, para prevenirla es importante evitar la exposición a los alérgenos, una vez que se han identificado.
El mecanismo de activación de la fiebre del heno se dispara cuando el sistema inmunológico confunde a diversas sustancias como elementos perjudiciales para el organismo, generando la creación de anticuerpos para combatirlas y liberando en la sangre químicos como la histamina.
Entre los riesgos potenciales para desarrollar fiebre del heno destacan:
- Ser asmático.
- Padecer otras alergias.
- Sufrir de eccema.
- Familiares cercanos alérgicos o asmáticos.
- Exponerse constantemente a diversos alérgenos.