Es una afección extraña de baja incidencia caracterizada, principalmente, por sangrado transvaginal abundante, asintomático y de aparición súbita que puede poner en riesgo la vida de la mujer en edad fértil.
La malformación arteriovenosa uterina ejerce mucha presión en las paredes de las arterias uterinas y las venas afectadas, provocando la formación de várices, que se pueden debilitar o romper.
Cualquier malformación uterina puede afectar y alterar la fertilidad femenina, provocando abortos espontáneos. Su aparición puede deberse a problemas genéticos hereditarios, infecciones intrauterinas durante el embarazo, exposición a radiaciones en el desarrollo embrionario o al consumo de ciertos fármacos.
La malformación arteriovenosa uterina se clasifica en:
- Adquirida:
Se desarrolla por un traumatismo o lesión que daña el miometrio, generalmente por abortos, cesáreas, embarazos múltiples, resectomías, miomectomías, problemas placentarios, endometriosis o cáncer cérvico-uterino.
- Congénita:
Se presentan anomalías vasculares en otras áreas pélvicas y órganos como cerebro y piel. Suele manifestar una estructura más compleja, con múltiples comunicaciones arteriovenosas que implican vasos extrauterinos.