Los criterios de diagnóstico para esta condición se encuentran establecidos en el manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5-TR) y varían según el tipo específico de trastorno disociativo.
El diagnóstico se realiza a través de una evaluación clínica exhaustiva llevada a cabo por un profesional de la salud mental, donde se incluyen entrevistas clínicas estructuradas y el uso de escalas específicas para ayudar a identificar la presencia y severidad de los síntomas disociativos.
Además, se recopila información detallada sobre la historia médica, psiquiátrica y traumática del paciente, ya que en muchos casos están asociados con experiencias de abuso o trauma en etapas tempranas de la vida.
Por otra parte, es fundamental descartar otras causas médicas o neurológicas, esto mediante estudios complementarios.
Para determinar el tipo específico de trastorno se pueden emplear criterios como la presencia de alteración de la identidad o memoria, síntomas recurrentes, malestar significativo, el uso o no de sustancias y la presencia de otros posibles trastornos mentales.