¿Qué es Leucemia linfocítica crónica?

Es un padecimiento oncológico sanguíneo y de la médula ósea que afecta los linfocitos, que son glóbulos blancos cuya función es defender al organismo de procesos infecciosos.

Debido a su desarrollo progresivo de baja velocidad, se le denomina crónica, afectando con mayor frecuencia a personas de la tercera edad.

A pesar de que no se sabe cuál es la causa de este trastorno, se ha identificado una mutación genética en las células sanguíneas que generan la producción de linfocitos anómalos y disfuncionales, los cuales se multiplican paralelamente a la muerte de los linfocitos sanos, afectando órganos y a la médula ósea.

Asimismo, se han determinado algunos riesgos potenciales que pueden influir en el surgimiento de la leucemia linfocítica crónica, entre ellos:

• Ser adulto mayor.
• Tener familiares que padezcan algún tipo de leucemia.
• Haber estado expuesto a sustancias toxicas incluidas en insecticidas y herbicidas.
• Padecer linfocitosis monoclonal de células B.

Como sucede con otros tipos de cáncer, en la leucemia linfocítica crónica no suelen presentarse síntomas en sus etapas iniciales, pero a medida que la enfermedad avanza, aparecen los siguientes:

• Ganglios linfáticos inflamados.
• Cansancio.
• Temperatura elevada.
• Agrandamiento del bazo.
• Dolor abdominal.
• Exceso de sudoración.
• Disminución del peso corporal.
• Procesos infecciosos recurrentes.

Entre las posibles complicaciones de la leucemia linfocítica crónica se encuentran:

• Procesos infecciosos de gravedad ante la escasez de linfocitos funcionales.
• Transformación a otro cáncer más letal conocido como síndrome de Richter.
• Mayores probabilidades de desarrollar cáncer gástrico, pulmonar y cutáneo.
• Anemia hemolítica autoinmune.
• Trombocitopenia autoinmune.

Una vez que el médico analice tu sintomatología e historial clínico, te realizará una revisión física y te solicitará una serie de pruebas sanguíneas para detectar anomalías que ayuden al diagnóstico, y te practicarán estudios de imagen como tomografía computarizada y tomografía por emisión de positrones, además de recolectar una biopsia de tu médula ósea.

El plan de tratamiento se establecerá en función del grado de avance del padecimiento, la intensidad de la sintomatología y tus condiciones generales de salud.

Al tratarse de una enfermedad crónica de lento avance, si está en su primera etapa, es recomendable retrasar el tratamiento hasta que llegues a un nivel intermedio, ya que no se considera adecuado someterte a los efectos secundarios y complicaciones inherentes a las terapias utilizadas en fases posteriores, como quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia, terapia dirigida y trasplante de médula ósea.

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