Una vez que tu médico analiza tus síntomas y tu historial clínico, te realizará una revisión física para observar el tipo de lesiones cutáneas que presentas en el interior de la boca o en el resto del cuerpo. Sin embargo, estas erupciones pueden deberse también a otras enfermedades, por lo que es necesario llevar a cabo un estudio de sangre, un exudado faríngeo o un análisis de orina, para confirmar el diagnóstico de sarampión.
Al tratarse de un padecimiento viral, no existe cura ni terapia determinada, pero suele tratarse con analgésicos, antiinflamatorios, suplemento de vitamina A, y antibióticos en caso de haber desarrollado alguna infección bacteriana adicional.
En el caso de que hayas estado expuesto al virus y aún no desarrollas los síntomas, es recomendable aplicarse la vacuna, lo cual no garantiza que no adquieras la enfermedad, pero sí ayuda a que su manifestación sea más leve y de menor duración.
Asimismo, se sugiere en mujeres embarazadas, bebés y adultos inmunodeprimidos, la aplicación de anticuerpos por medio de la inmunoglobulina sérica para fortalecer el sistema inmunológico, previniendo la enfermedad o aligerando la intensidad de los síntomas.
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