El diagnóstico de la angina de pecho comienza a través de la evaluación clínica detallada, en la cual el médico interroga al paciente sobre las características del dolor torácico, su localización, duración, factores desencadenantes y factores de alivio.
También es importante considerar antecedentes de enfermedades cardiovasculares y factores de riesgo como la diabetes o hipertensión.
Durante el examen físico pueden presentarse resultados normales, especialmente si la angina es estable o si no hay isquemia activa en ese preciso momento. Pero, aún así, se debe analizar la presencia de cualquier hallazgo sugestivo como ruidos cardíacos anormales o signos de insuficiencia cardíaca.
El electrocardiograma es una herramienta clave para confirmar el diagnóstico y valorar la severidad de la isquemia, especialmente si se realiza durante un episodio de dolor.
También se puede requerir de pruebas de esfuerzo para evaluar la respuesta del corazón al ejercicio, así como estudios de imagen como la tomografía coronaria o el ecocardiograma.
En casos específicos, es posible requerir de una angiografía coronaria para visualizar de manera directa las arterias coronarias y confirmar la presencia de obstrucciones.