En términos generales, la reducción o interrupción del flujo sanguíneo en alguna parte del cuerpo se conoce como isquemia y esto resulta en una disminución tanto en el suministro del oxígeno como de los nutrientes esenciales para los tejidos que se han visto afectados.
Cuando hace falta oxígeno y nutrientes, se puede presentar daño celular y, en caso de no atenderse a tiempo, puede desencadenar la muerte del tejido afectado, lo cual se le conoce como necrosis.
Las causas de la isquemia pueden ser muy diversas como la aterosclerosis que es el estrechamiento de los vasos sanguíneos, la presencia de coágulos o la compresión de los vasos ya sea por hinchazón o por tumores.
En función a la duración de esta interrupción del flujo sanguíneo, así como del tipo de órgano o tejido afectado dependerá la gravedad de la situación.
Algunas isquemias pueden ser una situación temporal y reversible, mientras que otras generan daño permanente.
Tipos de isquemia
Al momento de indicar los tipos de isquemia, estos se clasifican en función a la duración o zona de la interrupción del flujo sanguíneo:
- Isquemia aguda: ocurre de manera repentina y, por lo general, es debido a un evento abrupto como la formación de un coágulo sanguíneo o una embolia; esta condición puede ser extremadamente peligrosa y requiere atención médica inmediata.
- Isquemia crónica: se desarrolla de una forma gradual y suele ser un proceso prolongado como el estrechamiento de los vasos sanguíneos; aunque es posible que no cause síntomas evidentes en sus etapas iniciales, con el tiempo puede resultar en complicaciones serias como las úlceras de la piel, gangrena o insuficiencia cardíaca.
- Isquemia silente: tipo de isquemia que no produce síntomas de una manera evidente, es particularmente peligrosa porque puede pasar desapercibida y no recibir atención a tiempo; suele presentarse en pacientes que viven con diabetes o con alguna enfermedad cardíaca.
- Isquemia focal: aquí se ve afectada una región específica del cuerpo, como en el caso de un ICTUS.
- Isquemia global: afecta a todo el órgano o sistema y se presenta cuando el flujo sanguíneo se reduce de manera drástica durante un periodo de tiempo prolongado; con frecuencia es debido a un paro cardíaco o a una caída severa en la presión arterial.
Dentro de todas las variantes de isquemia como la isquemia subepicárdica, isquemia intestinal, isquemia en extremidades inferiores, la cardiopatía isquémica y la isquemia cerebral son unas de las más frecuentes.
Cardiopatía isquémica
La cardiopatía isquémica, mejor conocida como enfermedad coronaria, es una condición en donde el flujo sanguíneo hacia el miocardio se reduce o se bloquea, suele ser debido a la acumulación de placas de grasa en las arterias coronarias, que son las responsables de suministrar tanto nutrientes como oxígeno al corazón.
En una isquemia cardíaca el flujo sanguíneo se reduce y el corazón no puede obtener suficiente oxígeno; esto puede provocar angina (dolor en el pecho) o, en casos más graves, el desarrollo de un infarto de miocardio; también puede haber isquemia subepicárdica donde se ve afectada la parte externa del corazón.
La cardiopatía isquémica es una de las principales causas de muerte a nivel mundial.
Isquemia cerebral
Mientras que la isquemia cerebral es una condición donde el flujo sanguíneo del cerebro se interrumpe o reduce, también se disminuye el suministro de oxígeno y nutrientes esenciales para el correcto funcionamiento del órgano.
La isquemia cerebral puede llevar a un evento cerebrovascular isquémico, que es una de las principales causas de discapacidad y mortalidad. En función a las afectaciones en el cerebro, puede ser una isquemia cerebral focal donde se afecta una región específica del cerebro o bien, la isquemia cerebral global que afecta a todo este órgano central.
Sin importar la zona del organismo que se vea afectada, la disminución en el flujo sanguíneo puede traer secuelas graves para la salud del tejido, del órgano y, por supuesto, de la persona que la ha desarrollado.
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Fuentes:
Texas Heart Institute, Scielo, Elsevier