Se trata de un trastorno genético que ocasiona una elevada predisposición a padecer alergias debido a una hipersensibilidad al medio ambiente que se puede manifestar en forma de asma, angiodema, alergias alimentarias, dermatitis, rinitis alérgica o sarpullido.
En la atopia, el organismo humano reacciona exageradamente frente a ciertos alérgenos e irritantes como el polvo y el polen, entre otros.
A quienes padecen esta condición se les llama atópicas y la mayoría nace con la predisposición hereditaria a desarrollar diversas alergias, las cuales pueden afectar distintos órganos, tales como:
- Nariz: rinitis alérgica o fiebre del heno.
- Ojos: conjuntivitis alérgica.
- Piel: eczema atópico.
- Pulmones: asma.
En ocasiones pueden desencadenarse una tras otra, lo que se denomina marcha atópica, pero también pueden alternarse o desarrollarse de forma paralela. Es frecuente en niños pequeños, pero puede surgir a cualquier edad.
Los factores genéticos son los principales responsables de que el cuerpo reaccione con mayor intensidad al medio ambiente, al igual que las características de la piel, si es seca o sensible, ya que su función se ve alterada al inflamarse con facilidad, dando lugar a un eczema, que por lo regular es el primer signo de la atopia, especialmente en bebés lactantes.