Se trata de una debilidad en las paredes de la arteria aorta, la principal del organismo, que da lugar a una dilatación o ensanchamiento que provoca una protuberancia fusiforme (cilindro) o sacular (redondeada), susceptible a desagarrarse o romperse (disección aórtica), por lo que es un padecimiento de alto riesgo que debe atenderse de inmediato.
La aorta se encarga de llevar el flujo sanguíneo del corazón hacia el resto de las áreas corporales, por lo que los aneurismas de la aorta pueden aparecer a lo largo de la arteria en cualquiera de sus partes, por lo que se clasifican en:
En ciertos casos, pueden aparecer ambos aneurismas juntos, complicando seriamente el tratamiento, por el peligro de que se rompan y se desencadene una hemorragia fatal o sobrevenga una muerte súbita.
Existen aneurismas que se desarrollan muy rápido que alcanzan dimensiones amplias, mientras que hay otros de volumen mínimo que crecen con lentitud, por lo que difícilmente se romperán.
De ello depende el tratamiento a seguir, que puede ser desde el monitoreo y la observación con los aneurismas pequeños y lentos, hasta reparaciones quirúrgicas de emergencia en aneurismas grandes y rápidos.