Una vez que tu médico analice tu sintomatología e historial clínico, procederá a realizarte una revisión física que incluirá una palpación exhaustiva del área abdominal. Si siente el bazo agrandado, te solicitará una serie de estudios para conformar el diagnóstico, tales como pruebas de sangre, tomografia computarizada y resonancia magnética.
Adicionalmente al diagnóstico de esplenomegalia, será necesario identificar la causa directa de la misma, por lo que te practicarán exámenes como biopsia de médula ósea y pruebas de función hepática, entre otras.
El plan de tratamiento se enfocará en atacar el origen de la afección y en prevenir posibles complicaciones.
Una vez resuelta la causa, el bazo en ocasiones puede regresar por sí solo a su tamaño normal, pero si su agrandamiento se debe a una enfermedad grave, puede no hacerlo, por lo que si tu sintomatología es de gran magnitud o existe riesgo de ruptura, lo más recomendable es llevar a cabo una esplectomía o extirpación quirúrgica del bazo.
Aunque puede ser una opción adecuada para casos graves o crónicos, la esplectomía presenta una serie de riesgos potenciales, tales como la predisposición a infecciones serias que puedan resultar mortales.
Para evitar las infecciones posquirúrgicas, será necesario que te apliquen vacunas contra el neumococo, la influenza y el meningococo, además de llevar tratamientos preventivos con antibióticos, manteniendo vigilancia médica para resolver cualquier indicio de infección.
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