Una vez que tu ortopedista analice tu sintomatología e historial clínico, te realizará una revisión física en la que podrá comparar el tamaño de ambas rodillas, tocar diferentes puntos para percatarse de las áreas sensibles, buscar signos de infección y medir la capacidad de movimiento de la articulación.
Con el fin de corroborar el diagnóstico y descartar otras afecciones, te tomarán radiografía, ecografía y resonancia magnética de la rodilla.
En caso de haber evidencias de infección, te aspirarán una muestra del líquido contenido en la bursa para analizarla en el laboratorio.
Con frecuencia, la bursitis mejora si sigues las recomendaciones de reposo, evitar movimientos y sobrecargas por un tiempo, ingerir analgésicos, antiinflamatorios y antibióticos (solo si existe infección). Adicionalmente, pueden recomedarte el uso de vendas de compresión o soportes ortopédicos para acelerar la curación.
Si lo considera necesario, el ortopedista podrá combinar el tratamiento farmacológico con sesiones de terapia física que te ayuden a restablecer el movimiento y adquirir mayor fuerza muscular.
Cuando los tratamientos conservadores no dan resultado, las opciones son la utilización de corticosteroides inyectados directamente en la bursa, extracción del líquido a través de una aguja de aspiración, o en casos extremos, la extirpación quirúrgica de la bursa.
En el Centro de Ortopedia y Traumatología buscamos mejorar la vida de los pacientes restringidos o inmovilizados por trastornos o lesiones musculoesqueléticas. Nos especializamos en el cuidado del aparato locomotor mediante la integración de los últimos avances médicos, biológicos y tecnológicos, en estricto apego a los más elevados estándares internacionales de atención al paciente.