Es un padecimiento oncológico que ataca los huesos de la base del cráneo y la columna vertebral, formándose a partir de las células de un tejido llamado notocorda, que es una estructura embrionaria importante que posteriormente se transformará en los discos de la columna vertebral.
La mayoría de los cordomas se desarrollan en la parte inferior de la columna vertebral, en el hueso sacro, y en menor proporción, en la base del cráneo y en las cervicales. En casos raros, se presentan en costillas, piernas y pies.
Se desconoce la razón por la que las células de la notocorda se pueden volver cancerosas, ya que hasta el momento no existe relación con factores alimentarios o ambientales. Los estudios científicos señalan que la mayoría de los cordomas se forman aleatoriamente y no como resultado genético hereditario.
A pesar de que el cordoma puede surgir a cualquier edad, se presenta con mayor frecuencia entre los 45 y 65 años de edad, siendo los varones más propensos a padecerlo.
El cordoma tiende a desarrollarse con lentitud y no genera sintomatología cuando empieza, pero, en algunos casos, avanza con gran rapidez y alto riesgo de metástasis (diseminación a otras áreas del cuerpo) en pulmones, hígado, huesos o ganglios linfáticos.
Existen cuatro tipos de cordomas:
- Clásico: es el más común.
- Escasamente diferenciado: de crecimiento rápido y por lo regular se presenta con mayor frecuencia en niños y jóvenes.
- Desdiferenciado: su crecimiento es acelerado y puede terminar en metástasis.
- Condroide: denominación que ayuda a diferenciar el cordoma convencional del condrosarcoma.