Cuando se experimentan dificultades en los ámbitos del raciocinio, la memoria o el lenguaje, ya sea aisladas o combinadas, estamos ante la presencia del llamado deterioro cognitivo leve, el cual representa el punto medio entre la pérdida de capacidad cognitiva propia de la tercera edad y la demencia.
Muchas veces, uno mismo se da cuenta de la reducción progresiva de sus capacidades mentales, pero, en otras ocasiones, son los demás quienes se percatan de la situación, aunque nosotros no estemos conscientes de ese deterioro, que, por lo general, no altera nuestra vida cotidiana ni dificulta en demasía nuestra interacción social y actividades.
El deterioro cognitivo leve no tiene un pronóstico definido, ya que puede disminuir con el paso del tiempo, permanecer inalterable, o degenerar en demencia o enfermedad de Alzheimer.
Si bien se desconoce la causa directa del deterioro cognitivo leve, se han identificado una serie riesgos potenciales para desarrollar esta afección, entre ellos:
- Encontrarse en la tercera edad.
- Portar el gen relacionado con la enfermedad de Alzheimer.
- Diabetes.
- Fumar.
- Hipertensión arterial.
- Exceso de colesterol.
- Sobrepeso y obesidad.
- Episodios depresivos.
- Sedentarismo.