Es un raro padecimiento crónico y congénito de los huesos en el que se desarrollan fibras tisulares de tipo cicatricial en vez de tejido óseo, lo que provoca debilitamiento, volviendo al hueso susceptible de generar deformidades o fracturas.
El origen de la displasia fibrosa es una anomalía genética en las células óseas, produciendo la formación irregular de algunos huesos.
Esta afección suele aparecer en un solo hueso en adolescentes y jóvenes, pero, en ocasiones, puede afectar varios huesos al mismo tiempo, sobre todo en niños.
Si bien, la displasia fibrosa puede dañar cualquiera de los huesos, suele presentarse en:
- Fémur.
- Tibia.
- Húmero.
- Cráneo.
- Costilla.
- Hueso pélvico.
Entre las posibles complicaciones de la displasia fibrosa se encuentran:
- Huesos deformados.
- Fracturas.
- Artritis.
- Ceguera.
- Sordera.
- Cáncer.
Al tratarse de un padecimiento crónico, la displasia fibrosa no es curable, por lo que el tratamiento está dirigido al control de la sintomatología y a las reparaciones quirúrgicas de los huesos.