Tu médico, además de analizar tu sintomatología e historial clínico, te realizará una revisión física y solicitará diversos estudios para determinar si se trata de diverticulitis o alguna otra enfermedad, entre ellos:
- Pruebas de sangre y de orina.
- Endoscopía.
- Colonoscopía.
- Ecografía.
- Coprocultivo.
- Tomografía computarizada.
Una vez confirmado el diagnóstico, el tratamiento dependerá del grado de evolución de la enfermedad. Si la diverticulitis es leve, puede tratarse con antibióticos, cambios de nutrición y reposo. El objetivo es aliviar los síntomas y prevenir complicaciones posteriores.
Cuando la diverticulitis es grave o recurrente, es probable que se requiera cirugía, la cual puede ser:
- Resección intestinal primaria:
Se cortan las partes dañadas del intestino para después reconectarlo. Según la cantidad de tejido lesionado, puede ser una cirugía abierta o laparoscópica.
- Resección intestinal con colostomía:
Si la inflamación es sumamente grave que imposibilite la reconexión del colon al recto, se llevará a cabo una colostomía, es decir, se hace un hueco en el abdomen para conectar con el colon a fin de que las heces vayan directo a una bolsa externa. Cuando la inflamación cede, es posible la reconexión del intestino.
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