Una vez que el pediatra analice los síntomas e historial clínico de tu hijo, le realizará una revisión física para observar la apariencia de la erupción o de las llagas. Debido a que estas erupciones pueden deberse también a otras enfermedades, es probable que le haga un exudado faríngeo o un análisis de materia fecal, para confirmar el diagnóstico.
Al tratarse de una infección viral leve, no existe cura ni terapia determinada, pero cuando el menor está molesto e irritable suelen administrarse analgésicos orales y/o tópicos, así como enjuagues bucales.
Es importante que mantengas a tu hijo bien hidratado y mantengas limpias y descubiertas las ampollas en manos y pies. Evita los jugos y bebidas gaseosas porque su contenido ácido puede ocasionar ardor en las úlceras.
Asimismo, es importante que evites el contagio en casa haciendo una buena higiene de manos y desinfectando superficies, objetos y juguetes. Cerciórate de no propagar la infección del virus en el hogar compartiendo vasos y cubiertos, o dando besos y abrazos.
La mayoría de los niños, conforme crecen, se vuelven inmunes a la enfermedad de manos, pies y boca, porque producen anticuerpos luego de exponerse al virus que causa la enfermedad. Sin embargo, puede ser que contraigan la enfermedad durante la adolescencia o la etapa adulta.
En el Centro de Pediatría brindamos cuidado especializado a los pequeños pacientes desde el momento de su nacimiento hasta que se convierten en adultos, a través de nuestros servicios de atención pediátrica, oncología, neurología y cardiología al nivel de los mejores centros médicos del mundo.