Una vez que el médico analice los síntomas e historial clínico de tu hijo, le hará una revisión física y examinará sus rodillas para comprobar la sensibilidad en la zona, la amplitud de movimiento y estabilidad. Si lo considera necesario, puede solicitar radiografías y resonancia magnética.
El tratamiento a seguir será en función de los síntomas, la gravedad y el estado general del menor, pero suele incluir:
- Antiinflamatorios.
- Analgésicos.
- Limitar las actividades físicas.
- Reposo.
- Crioterapia.
- Mantener la rodilla elevada sobre una almohada.
- Uso de almohadillas, férula o vendas elásticas altrededor de la rodilla.
Conforme el dolor cese, es posible que tu hijo pueda comenzar con sesiones de terapia física y rehabilitación con el objetivo de fortalecer y estirar los músculos del muslo y la pierna que brindan soporte a la rodilla.
En raras ocasiones, el menor puede experimentar un desarrollo óseo que causa dolor o molestia debajo de la rodilla, el cual debe extirparse quirúrgicamente.
Hacer estiramientos antes y después de la actividad física sirve para relajar los músculos tensos y tendones que proporcionan soporte a la rodilla. Además, ayuda a mantener flexibles los músculos de las piernas. Pregunta a tu médico qué tipo de ejercicios pueden ayudarle a tu hijo y con qué frecuencia debe hacerlos.
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