Es un padecimiento mental de gravedad en el que el paciente presenta un percepción distorsionada de la realidad, por lo que su comportamiento, sentimientos y pensamientos, obedecen a esa realidad alterada que él interpreta erróneamente como veraz, produciendo episodios alucinógenos visuales y auditivos, delirio y paranoia, que afectan seriamente su vida y que si no se atiende puede llegar a incapacitarlo.
Si bien se trata de una enfermedad incurable, puede ser controlada a través de tratamiento vitalicio y monitoreo del mismo para irlo adecuando según las necesidades y evolución del paciente. Mientras más oportuno sea el diagnóstico y el tratamiento, menores serán los daños y complicaciones, además de tener un control más efectivo de la sintomatología.
El origen de la esquizofrenia continúa en el misterio, sin embargo, se consideran factores de potencialización a los neurotransmisores como la dopamina y el glutamato, que al actuar desordenadamente producen una alteración de la química cerebral, aunado a una predisposición genética y a aspectos medioambientales que también contribuyen a la aparición de esta enfermedad.
Riesgos potenciales:
Se han identificado algunos factores que, por sí solos o combinados, pueden contribuir al desarrollo de este trastorno:
- Desnutrición, infecciones virales o absorción de toxinas en el embarazo que impidan al cerebro del bebé desarrollarse con normalidad.
- Haber consumido drogas psicotrópicas por tiempo prolongado.
- Tener familiares que hayan padecido esta enfermedad.
En caso de no recibir tratamiento, las complicaciones inherentes comienzan a aparecer afectando gravemente la vida del paciente, tales como:
- Episodios de ansiedad y depresión que van incrementando su frecuencia e intensidad progresivamente.
- Trastorno obsesivo compulsivo.
- Alcoholismo y drogadicción.
- Abandono de estudios y trabajos.
- Aislamiento social.
- Complicaciones de salud física.
- Suicidio.