Se trata de una anomalía congénita que ocasiona el desarrollo de la vejiga de manera externa al embrión, lo que impide su correcto funcionamiento, al no poder servir de receptorio y almacenar orina, provocando fugas constantes y diversos daños que varían en su nivel de gravedad, entre ellos, defectos intestinales, genitales y pélvicos.
La detección de la extrofia vesical es evidente después del parto, aunque también, en muchos casos, puede identificarse por medio de un estudio ecográfico o de resonancia magnética durante la gestación.
En casi todos los pacientes, será necesaria una cirugía reconstructiva que repare el daño y permita una fisiología lo más cercano posible a la normalidad.
Es un padecimiento que afecta en mayor medida a los varones, y aunque se desconoce su origen, se considera que se debe a trastornos genéticos y a factores de naturaleza medioambiental.
El mecanismo para desarrollar extrofia vesical es un crecimiento anómalo de la cloaca, que es un pasaje en el que confluyen vías urinarias, digestivas y de reproducción. Entre mayor sea la anomalía, los daños y complicaciones se incrementan.
Entre las posibles complicaciones más frecuentes se encuentran:
Cuando no se practica cirugía:
- Incontinencia urinaria.
- Disfunción sexual.
- Cáncer de vejiga.