Es una afección en la superficie de los dientes que altera el color del esmalte o la dentina debido a una fuerte exposición al fluor durante el proceso de formación de los dientes, lo que se traduce en un aspecto irregular de estos, pero no a un daño, ya que podría hacerlos más resistentes a las caries.
La fluorosis puede manifestarse hasta los ocho años de edad cuando los dientes se siguen formando debajo de las encías, una vez que nacen ya no existe esta posibilidad.
De acuerdo con estudios realizados, la ingesta excesiva de fluor en edades tempranas se debe a:
- Una cantidad de fluor superior a la recomendada.
- La ingesta de alimentos procesados con agua fluorada o de suplementos nutricionales con fluor.
- Enjuagues bucales con alta concentración de fluor.
La fluorosis se clasfica en tres tipos:
- Leve: ligeras líneas o estrías en la superficie de los dientes.
- Moderada: surgimiento de manchas de tonalidades blancas en el esmalte.
- Severo: rugosidades en el esmalte, manchas de tonalidades amarillentas o cambios en la forma de los dientes. En estos casos, el menor puede padecer sensibilidad dental o generar caries con mayor facilidad.
Se recomienda que los niños deben comenzar sus visitas periódicas con el dentista a partir del primer año de edad para cuidar su salud bucal y determinar la cantidad de fluoruro apropiada e identificar cualquier anomalía para ser tratada con prontitud.
Riesgos potenciales:
Cuando la fluorosis es severa, además de dar un mal aspecto, los dientes pueden desgastarse o fracturarse con mayor facilidad, impidiendo muchas veces su restauración.
Por otro lado, la ingesta continua y excesiva de flúor a largo plazo puede desencadenar fluorosis esquelética que genera dolor en las articulaciones, deformidades o rigidez.