Se refieren a las fisuras de un hueso en partes separadas o en diversas ramificaciones, muy similar a las ramas de los árboles que se astillan o quiebran por un solo lado, de ahí el nombre de tallo verde (greenstick fractures, en inglés).
Las fracturas de tallo verde se presentan con mayor regularidad en infantes de menos de 8 años de edad como consecuencia de una caída, en la que el hueso se dobla y se agrieta, ya que a esa edad es más blando y flexible que cuando se llega a la etapa adulta.
Generalmente las fracturas de tallo verde en brazos son más comunes que las fracturas de pierna, ya que el menor, como una reacción natural, suele estirar una mano para frenar la caída.
Las fracturas en tallo verde tienen un alto riesgo de refracturarse, por lo que se requiere inmovilizar con un yeso o férula el hueso dañado para su rehabilitación y consolidación.
Los huesos largos son los que presentan mayor incidencia de fractura, tales como la tibia, el peroné, el húmero, el radio y la clavícula. En raras ocasiones, se presenta en los huesos de la cara o tórax.