Después de analizar tus síntomatología e historial clínico, tu médico te hará una revisión física donde observará detenidamente el posible lipoma, y lo tocará en diferentes puntos para checar su consistencia y comportamiento, así como identificar su grado de sensibilidad.
A pesar de tener claro el diagnóstico, te solicitará estudios adicionales para confirmarlo y descartar algún padecimiento subyacente o la posible malignidad de la formación adiposa:
- Radiografía.
- Resonancia magnética.
- Tomografía computarizada.
- Biopsia.
En ocasiones, algo que parece un lipoma puede llegar a ser un liposarcoma, que es una variedad de cáncer, aunque estos suelen ser duros, dolorosos y aumentan su tamaño con rapidez.
Al tratarse de un padecimiento benigno, no se requiere tratamiento alguno para el lipoma, a menos que sea doloroso o crezca demasiado.
En esos casos existen dos opciones de tratamiento cuya utilización dependerá del tipo de las características del lipoma:
- Cirugía:La extracción quirúrgica del lipoma es lo más recomendable, ya que difícilmente reaparecerá despues del procedimiento y solo provoca un poco de tejido cicatricial y moretones.
- Liposucción:Es menos invasiva. Por medio de una jeringa introducida en el lipoma, se extrae la materia grasa para disolver lo más posible el abultamiento. No siempre puede extraerse toda la grasa, por lo que solo disminuye su tamaño, y también, cabe la posibilidad de que vuelva a crecer más adelante.
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