Se refieren a protuberancias de color café o beige, de menor o mayor tamaño, que se desarrollan en la piel en diversas partes del cuerpo cuyo crecimiento se debe a la agrupación anormal de melanocitos o células pigmentadas.
De manera científica los lunares son denominados como nevos o nevus y la mayoría aparecen durante la infancia y la adolescencia. Por lo general son indoloros, pero con el paso del tiempo pueden cambiar de aspecto, por lo que es importante darles seguimiento y examinarlos regularmente para detectar oportunamente un melanoma potencialmente generador de cáncer de piel.
Los lunares pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, algunos desaparecen por sí solos y otros continúan su desarrollo a lo largo de la vida.
Reaccionan ante cambios hormonales, por lo que en las mujeres, pueden crecer significativamente y oscurecerse durante el embarazo.
Se distinguen por:
- Color y textura: color beige, café, rojo, rosa, azul o negro. Pueden ser suaves o rugosos, planos o protuberantes.
- Forma: ovalados o redondos.
- Tamaño: por lo general miden menos de 6 milímetros.
Si percibes los siguientes cambios en un lunar común, debes acudir con un dermatólogo lo antes posible para descartar la presencia de un melanoma.
- Variaciones de color y tamaño.
- Comezón.
- Dolor y ardor.
- Alteraciones en su forma o textura.
- Secos o escamosos.
- Se tornan duros.
- Presentan sangrado o alguna secreción.
El aspecto de los lunares cancerosos es variable, ya que algunos pueden presentar las características mencionadas y otros solo una o dos.