Se trata de una rara afección, por lo general de carácter congénito, en la que numerosos vasos sanguíneos se encuentran enredados formando un enmarañamiento ubicado adentro, por encima o cerca de la médula espinal, por lo que puede provocar daños serios en la misma.
Cuando existe una malformación arteriovenosa espinal o medular, el flujo sanguíneo de la médula espinal se ve alterado, por lo que las células medulares no reciben el oxígeno necesario, debilitándose o muriendo.
Este padecimiento es capaz de ocasionar hemorragias en la médula espinal por efecto de la ruptura de venas, comprimirla y provocar discapacidades u otros trastornos.
Muchas veces se diagnostica en la adolescencia o antes, aunque los primeros síntomas suelen aparecer a partir de los 21 años de edad.
La gravedad de la sintomatología varía según el caso, por lo que, en ocasiones puede no haber síntomas por años, y en otras, pueden manifestarse signos incapacitantes o incluso poner en peligro tu vida.