Es un padecimiento de gravedad de alta incidencia en los últimos años, en el que existe una cantidad excesiva de grasa corporal, lo cual genera una serie de enfermedades asociadas y complicaciones que ponen en riesgo la salud de niños y adolescentes, afecciones que antes se identificaban como afecciones de adultos, tales como la diabetes o la hipertensión, y que hoy, cada vez con mayor frecuencia, se presentan en edades más tempranas.
La obesidad infantil no solo produce problemas físicos, sino también psicológicos, ya que afecta la autoestima del niño, pudiendo generar ansiedad y episodios depresivos.
De ahí la importancia de prevenir la obesidad promoviendo una cultura de salud en la que se mantenga una dieta equilibrada y se realice alguna actividad física de manera cotidiana. Comenzar a prevenir la obesidad en un niño es evitarle enfermedades en el futuro y proporcionarle una mejor calidad de vida en todas sus etapas.
Las principales causas de la obesidad infantil son el sedentarismo, la alimentación deficiente, y el exceso de calorías ingeridas, lo cual provoca un círculo vicioso en el que el aumento de peso constante es lo esperado.
Asimismo, se han identificado una serie de riesgos potenciales de índole social, cultural, genética y hormonal que influyen en la obesidad:
- Consumir azúcares, grasas y carbohidratos en demasía.
- Sedentarismo.
- Antecedentes de familiares obesos.
- Estrés y ansiedad.
- Ciertos medicamentos como la cortisona.
La obesidad acarrea complicaciones serias en un niño, afectando su vida a nivel físico, psicológico y sociocultural:
- Apnea del sueño.
- Hígado graso.
- Ansiedad.
- Depresión.
- Diabetes.
- Niveles elevados de colesterol.
- Hipertensión arterial.
- Articulaciones adoloridas.
- Dificultades respiratorias.