Una vez que tu médico analice tu sintomatología e historial clínico, te hará una revisión física y diversos estudios para confirmar el diagnóstico, entre ellos:
- Ecografía fetal.
- Medición de líquido amniótico.
- Exámenes de sangre para detectar enfermedades infecciosas asociadas al polihidramnios.
- Amniocentesis, en el que se extrae una muestra del líquido amniótico para analizarla.
Si se confirma el diagnóstico de polihidramnios, el tratamiento a seguir dependerá de la gravedad, los síntomas, lo avanzado de tu embarazo y las condiciones de salud, tanto tuyas como del bebé. Generalmente requerirás controles regulares para evitar complicaciones, como:
- Perfil biofísico: para saber cómo está respirando el bebé, el tono muscular y el volumen de líquido amniótico en el útero.
- Prueba en reposo: para medir la frecuencia cardiaca del bebé cuando se mueve.
En casos de dolor abdominal y problemas para respirar, el tratamiento incluye drenar el exceso de líquido amniótico del útero , lo que puede implicar trabajo de parto prematuro, desprendimiento de placenta y ruptura prematura de membranas.
Tu ginecólogo puede recetarte medicamentos para reducir la producción de orina fetal y el volumen de líquido amniótico. En estos casos es importante monitorear el corazón del bebé mediante un ecocardiograma fetal y una ecografía doppler.
Si el polihidramnios es grave, tu médico valorará el momento idóneo para que des a luz sin poner en riesgo tu vida ni la de tu bebé.
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