Se trata de un deslizamiento del recto a través del ano a causa de un gran esfuerzo al defecar provocando un giro del interior al exterior, haciendo que parte del recto quede expuesta y pueda ser vista desde afuera con la apariencia de un tubo rojizo y húmedo que sobresale del ano, pudiendo producir sangrado en el recto e incontinencia fecal.
Cuando el prolapso rectal se presenta en bebés e infantes no suele ser de gravedad, es temporal y se cura por sí solo, mientras que en adultos se requiere un procedimiento quirúrgico para arreglarlo, ya que de no hacerlo, puede ir empeorando dejando expuesta un segmento cada vez mayor.
El prolapso rectal completo tiene una incidencia superior en mujeres de la tercera edad.
En ocasiones puede resolverse mediante la ingesta de fármacos que tengan u efecto laxante, pero normalmente es necesaria una solución quirúrgica.
Entre las posibles razones por las que aparece un prolapso rectal se encuentran:
- Debilidad muscular en el piso pélvico y el recto.
- Esfínter anal relajado en extremo.
- Longitud anormal del colon.
- Etapas de estreñimiento.
- Cuadro diarreico.
- Prolapso del intestino delgado.
- Ataques severos de tos.
- Estornudos intensos recurrentes.
Las afecciones que desencadenan el prolapso rectal en niños son:
- Parásitos intestinales.
- Episodios diarreicos recurrentes.
- Fibrosis quística.
En el caso de los adultos, las causas más comunes son los problemas de estreñimiento, los trastornos nerviosos o musculares en la pélvis o los genitales.
Diagnóstico y tratamiento:
Diagnosticar el prolapso rectal requiere de una serie de estudios que ayuden al médico a identificarlo y a dejar de lado otros posibles padecimientos.
Entre las pruebas más frecuentes se encuentran:
- Exploración digital:
Con la mano enguantada, el médico explora con su dedo el recto para verificar la existencia de un prolapso.
- Manometría anal:
A través de un tubo delgado de alta flexibilidad insertado en el recto se mide su fisiología.
- Colonoscopia:
Se realiza con la inserción de un tubo de alta flexibilidad en el recto para observar que no existan tumores o señales de cáncer.
- Defecografía:
A través de resonancia magnética y una sustancia contrastante, es posible verificar el funcionamiento de los músculos del recto.
El tratamiento a seguir para bebés y niños consiste en la ingesta de laxantes que eviten la necesidad de pujar, además de amarrar los glúteos para que permanezcan juntos después de cada evacuación.
En el caso de los adultos se requiere un procedimiento quirúrgico a través del abdomen para reparar el área afectada con una rectopexia, que es una cirugía en la que el recto se jala y se junta con el hueso sacro.
Otra opción de cirugía consiste en la extracción de una parte del recto y la unión del resto al hueso sacro.
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Fuentes:
- topdoctors.es
- mayoclinic.org
- medlineplus.gov
- msdmanuals.com
- cun.es
- medigraphic.com
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