Una vez que tu médico analice tus síntomas y tu historial clínico, te realizará una revisión física que le permitirá diagnosticar el quiste de Baker, aunque también te solicitará estudios como radiografía, ecografía y resonancia magnética, que le ayuden a descartar otras patologías de mayor gravedad cuyos signos son semejantes.
El objetivo del tratamiento es eliminar el quiste y atacar la causa del mismo, por lo que te recetará antiinflamatorios y sesiones de terapia física que incluyen crioterapia, vendas elásticas, muletas y un programa de ejercicios para conservar el movimiento y la fuerza.
Si el quiste es muy grande y molesto, te practicará un procedimiento de aspiración para drenar el líquido con una aguja especial.
Cuando el quiste vuelve a aparecer después de procesos de aspiración con aguja, será necesaria una cirugía artroscópica para reparar los daños en el interior de la rodilla que sean los que provocan la aparición del quiste.
Por último, cuando existen afectaciones nerviosas y vasculares, la mejor opción es extirpar el quiste por completo mediante una cirugía abierta.
La recuperación después de una cirugía no es tan rápida (entre cinco y seis semanas) y se requiere seguir una serie de indicaciones para prevenir la reaparición del quiste, tales como:
- Cambiar hábitos y actividades para evitar forzar la articulación y promover la sanación del tejido.
- Utiización de una rodillera para lograr la inmovilización de la rodilla.
- Programa de fisioterapia que ayude a recuperar la movilidad y fortaleza de la articulación.
En el Centro de Ortopedia y Traumatología buscamos mejorar la vida de los pacientes restringidos o inmovilizados por trastornos o lesiones musculoesqueléticas. Nos especializamos en el cuidado del aparato locomotor mediante la integración de los últimos avances médicos, biológicos y tecnológicos, en estricto apego a los más elevados estándares internacionales de atención al paciente.