Se trata de un trastorno caracterizado por la inflamación de tejidos y órganos, que muchas veces requiere tratamiento hospitalario especializado.
El síndrome inflamatorio pediátrico está vinculado a una complicación del COVID-19, aunque se siguen realizando estudios para determinar su origen y los riesgos potenciales para padecerlo.
Suele presentarse a los dos meses posteriores de haberse contagiado de coronavirus, haber padecido una enfermedad infecciosa o al estar en contacto con algún familiar enfermo con este virus.
Niños entre 5 y 11 años son los más propensos a desarrollar este trastorno, aunque también se han dado casos de niños más pequeños, bebés y adolescentes.
Sin un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, el síndrome inflamatorio pediátrico puede causar problemas graves en órganos vitales.