Son una especie de ola de calor que surge repentinamente en el torso del cuerpo y se intensifica en el pecho, cuello y rostro, ocasionando sudoración intensa y enrojecimiento de la piel. Pueden presentarse en el día o la noche, siendo estos últimos los más frecuentes, interrumpiendo y alterando el sueño a largo plazo.
Generalmente los sofocos surgen como consecuencia de la alteración de los niveles hormonales antes, durante y después de la menopausia, que es cuando el ciclo menstrual se vuelve irregular hasta que desaparece. Algunos otros pueden deberse a efectos secundarios de ciertas patologías o medicamentos.
Diversas investigaciones clínicas señalan que los sofocos surgen cuando los niveles de estrógeno ocasionan que el hipotálamo, que es la zona del cerebro que produce las hormonas que regulan la frecuencia cardiaca y la temperatura corporal, se vuelva más sensible a los cambios mínimos de temperatura. Cuando detecta calor, emite los sofocos para ayudar a enfriar el cuerpo.
Entre los principales factores de riesgo que pueden dispararlos es el tabaquismo, el sobrepeso y la obesidad.
Los sofocos se clasifican en:
- Leves, cuya frecuencia e intensidad es moderada.
- Intensos, aquellos que se presentan varias veces al día y duran de tres a cuatro minutos, afectando las actividades cotidianas.