Se trata de una parasomnia (episodios indeseables durante el sueño), que se caracteriza por temores intensos, sonidos guturales, temblores y gritos cuando el paciente aún se encuentra dormido.
Es común que los terrores nocturnos aparezcan junto con el sonambulismo, teniendo una duración de escasos segundos hasta algunos minutos, afectando a poco menos de la mitad de los niños, aunque también puede afectar a los adultos, solo que en mucho menor porcentaje.
Por lo general, los terrores nocturnos desaparecen cuando los niños se acercan a la adolescencia, pero si persisten, originan trastornos graves del sueño o ponen en peligro la seguridad de quien los padece, necesitarán ser tratados oportunamente.
Al igual que sucede con el sonambulismo, y al ser una parasomnia, los terrores nocturnos ocurren durante la fase de sueño más profunda, la N3.
Algunos de los riesgos potenciales de desarrollar terrores nocturnos son:
- Síndrome de piernas inquietas.
- Ciertos fármacos.
- Depresión.
- Ansiedad.
- Ingesta de alcohol y drogas.
- Atraso severo de horas de sueño.
- Fatiga extrema.
- Episodios de estrés.
- Afectaciones en los hábitos de sueño.
- Temperatura elevada.
- Apnea obstructiva del sueño.