Es un raro padecimiento infeccioso de origen bacteriano altamente contagioso que suele afectar piel, ganglios linfáticos, pulmones y ojos, poniendo en riesgo la vida del paciente.
La tularemia es causada por la bacteria denominada Francisella tularensis, que se transmite a través de las picaduras de insectos, la exposición directa a un animal infectado (perros, gatos, ardillas, conejos o roedores), inhalación y en raras ocasiones, por ingestión de agua o alimentos contaminados.
Un amplio porcentaje de las personas infectadas presentan la enfermedad a los cinco o seis días posteriores a la exposición, pero, en ocasiones puede manifestarse hasta 15 o 20 días después.
La tularemia se clasifica de acuerdo con la manera y la zona por donde entran las bacterias al organismo, siendo los principales tipos:
- Ulceroglandular, la más común.
- Glandular.
- Orofaríngea.
- Pulmonar.
- Tifoidea.
- Oculoglandular.
Cada una de estas tularemias desencadena una sintomatología distinta, siendo los signos más frecuentes:
- Cansancio.
- Episodios diarreicos.
- Jaqueca.
- Garganta adolorida.
- Escalofríos.
- Temperatura elevada.
- Ganglios linfáticos inflamados.
- Problemas urinarios.
- Dificultades para respirar.
- Secreción ocular.
- Abdomen adolorido.
- Dolores musculares.
- Conjuntivitis.
- Tos seca.
- Úlcera cutánea en la zona de la infección.
- Úlceras bucales.
- Vómito.
Es importante que si presentas estos síntomas, acudas con un profesional de la salud lo antes posible, porque la tularemia puede desencadenar complicaciones serias, tales como:
- Meningitis.
- Neumonía.
- Osteomielitis.
- Pericarditis.