Para detectarlo, tu médico, además de analizar tu sintomatología e historial clínico, te realizará una revisión física y te solicitará exámenes de sangre, pruebas genéticas y biopsia de tejido para detectar el cáncer, así como estudios para conocer el tamaño del tumor, tales como ecografía, resonancia magnética, tomografía computarizada y medicina nuclear.
El tratamiento a seguir depende del tipo de cáncer, el tamaño del tumor, si se ha extendido a otros órganos y tu estado general de salud. Sin embargo, la mayoría de las veces se recurre a cirugía para retirar una parte o toda la glándula tiroidea, en ocasiones junto con los ganglios linfáticos del cuello.
Posterior a la tiroidectomía, es posible que requieras medicamentos de por vida para cubrir la deficiencia de la hormona tiroidea, tratamientos con yodo radioactivo, quimioterapia y/o radioterapia.
Cuando los tumores son diminutos pueden no requerir tratamiento, sino monitoreo médico constante para saber si no ha habido cambios.
Lamentablemente, el cáncer de tiroides puede presentarse de nueva cuenta, aun después de someterse a una cirugía o recibir tratamiento, principalmente si las células cancerosas se extendieron a otras zonas del organismo antes de extirpar la tiroides, como ganglios linfáticos del cuello, huesos y pulmones.
Es importante mencionar que la cirugía de tiroides puede producir infecciones, hemorragias y lastimar las glándulas paratiroides, ocasionando bajos niveles de calcio en el cuerpo. Asimismo, puede afectar los nervios conectados a las cuerdas vocales, desencadenando anomalías en la voz o problemas para respirar.
Nuestro Centro de Cáncer, desde su inauguración en 2009, te ofrece tratamientos de quimioterapia y radioterapia a la altura de los mejores centros médicos del mundo a través de un modelo de atención integral para el paciente oncológico.