Los coronavirus, que son un conjunto de virus con un origen común, han existido desde hace miles de años; según estudios recientes se considera que su antepasado directo tiene alrededor de 12,000 años.
Si bien estos conjuntos de virus pueden causar enfermedades como el resfriado, la variante originada en China en 2019 conocida como el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2), enfermedad que produce la patología por COVID-19, ha sido detonante en su capacidad de contagio y gravedad, generando la pandemia que aún estamos viviendo. De ahí la importancia de vacunarnos y seguir todas las indicaciones para prevenir la diseminación de esta enfermedad.
Riesgos potenciales:
La mayoría de las personas que contraen COVID-19 presentan una sintomatología leve o moderada, aunque también existen casos asintomáticos. Sin embargo, hay ocasiones en las que aparecen complicaciones de gravedad que pueden ser mortales, en especial para adultos mayores o personas con padecimientos preexistentes que los hacen vulnerables al ataque del virus, tales como:
- Obesidad.
- Patologías cardiovasculares.
- Cáncer.
- Hipertensión arterial.
- Enfermedades pulmonares.
- Diabetes.
- Insuficiencia renal y/o hepática.
- Cualquier enfermedad o tratamiento farmacológico que debilite el sistema inmunológico.
Dependiendo de la gravedad de la enfermedad y de la atención médica que recibió el paciente, podrían generarse secuelas por COVID-19 como:
- Enfermedades cardiovasculares.
- Dificultades respiratorias.
- Daño en riñón e hígado.
- Accidentes cerebro vasculares.
- Convulsiones por falta de oxígeno.
- Depresión, ansiedad y trastornos por estrés postraumático.