Una vez que tu oftalmólogo analice tu sintomatología e historial clínico, te realizará una revisión ocular exhaustiva que le permita visualizar el posible desprendimiento de retina. Además, puede utilizar una ecografía para apoyar el diagnóstico.
El tratamiento indicado para desgarros u orificios retinales es la cirugía para evitar que evolucionen a un desprendimiento, tratando de conservar la capacidad visual:
- Fotocoagulación láser: se quema el tejido circundante del desgarro para que cicatrice y pegue la retina.
- Criopexia: se congela el tejido del desgarro para fijar la retina.
Cuando ya se dio el desprendimiento, existen varias alternativas quirúrgicas, entre las que destacan:
- Retinopexia neumática: se inyecta gas para generar una burbuja que detenga el flujo de líquido y con criopexia se arregla y se pega la retina.
- Introflexión escleral: se coloca una banda de silicona que sujete la retina.
- Vitrectomía: se extirpan los tejidos que jalan la retina y se inyecta gas para rellenar el espacio y mantener en su sitio la retina.
Por lo general, se requieren de dos o más cirugías para reparar completamente la lesión y recuperar la mayor parte de la capacidad visual perdida, aunque en ocasiones, los daños visuales pueden ser irreversibles.
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