Después de analizar tu sintomatología e historial clínico, tu médico te realizará una revisión física, checando la capacidad de movimiento de tu cuello, su fuerza y sensibilidad.
De igual manera, te solicitará una serie de estudios para determinar cuál es el origen de tu afección, los cuales pueden incluir análisis de sangre, radiografías, resonancia magnética, tomografía computarizada, electromiografía y punción lumbar.
El tratamiento a seguir dependerá de la causa del dolor de cuello, su gravedad y tu estado general de salud, pero, normalmente se prescriben analgésicos, antiinflamatorios y relajantes musculares.
Adicionalmente, pueden requerirse aparatos de inmovilización temporal (collarines), estimulación eléctrica transcutánea y sesiones de terapia física.
Cuando el tratamiento conservador no surte efecto, se pueden aplicar corticosteroides inyectados a nivel nervioso y muscular, o en última instancia, recurrir a un procedimiento quirúrgico para liberar nervios comprimidos.
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