Cuando alguna de las arterias pulmonares es obstruida por un coágulo sanguíneo, nos encontramos ante una embolia pulmonar. Dichos coágulos no se originan en los pulmones, sino que provienen generalmente de las venas profundas de las extremidades inferiores o de otras zonas corporales, desplazándose hasta las arterias pulmonares.
Al no recibir sangre, las áreas del pulmón afectadas colapsan, generando infartos pulmonares, donde la respiración se ve comprometida, dejando de oxigenar la sangre que va al resto del organismo, por lo que, en caso de no recibir tratamiento inmediato, las consecuencias pueden ser fatales.
Si bien la trombosis venosa profunda es la causa principal de la embolia pulmonar, también existen bloqueos originados por otros agentes como:
- Material medular proveniente de una fractura ósea.
- Burbujas de aire.
- Fragmentos tumorales.
La mejor manera de prevenir la embolia pulmonar es evitar que se formen coágulos sanguíneos en las piernas, por lo que debes realizar ejercicio cotidianamente, llevar una dieta sana, beber abundantes líquidos, evitar periodos prolongados de inactividad, y en caso de tener riesgo de desarrollar trombosis venosa profunda, llevar un tratamiento médico que incluya anticoagulantes, medias de compresión y elevación frecuente de las piernas.