La presión baja se diagnostica principalmente con la medición de la presión arterial, la cual se realiza mediante un baumanómetro u otro dispositivo para medir la presión.
La presión arterial baja se considera como tal si los valores son inferiores a 90/60 mmHG; pero el diagnóstico no se realiza únicamente con una lectura, se deben tomar varias mediciones en diferentes momentos y bajo diversas condiciones como en actividad física, en reposo o hasta en diversas posturas, sentado o acostado.
En caso de que la persona presente síntomas como desmayos, fatiga o mareos, el médico puede realizar un diagnóstico más detallado, donde se incluye la historia clínica y cualquier otro posible síntoma perceptible.
Se puede requerir de pruebas adicionales para identificar la causa de la hipotensión, las cuales pueden incluir análisis de sangre que ayudan a detectar anemia o problemas hormonales; el electrocardiograma permite verificar si hay arritmias que pudieran estar afectando la presión arterial.
Los diferentes enfoques de diagnóstico permiten determinar si la hipotensión es primaria o si se encuentra relacionada con una afección subyacente, como es el caso de la insuficiencia cardíaca, problemas endocrinos o deshidratación.