Se trata de ruidos o sibilancias al momento de latir el corazón debido a anomalías en el flujo sanguíneo, denominadas turbulencias, perceptibles a través de una escucha estetoscópica.
Existen soplos cardiacos congénitos y otros que se gestan a lo largo de los años en cualquier etapa vital, pudiendo ser funcionales u anómalos.
Cuando son funcionales su naturaleza es inocua, no requieren tratamiento y no representan síntomas de una patología del corazón, mientras que los soplos anómalos obedecen a algún padecimiento cardiaco que debe ser diagnosticado y tratado oportunamente.
Dependiendo de cuándo se produce, el soplo cardiaco se clasifica en:
- Diastólico: en el momento en que el corazón se llena de sangre.
- Sistólico: cuando la sangre se vacía del corazón.
- Continuo: se da durante el latido del corazón.
Los soplos cardiacos anómalos en los niños suelen ser congénitos y obedecen a afecciones morfológicas del corazón; en los adultos, por lo general, se desarrollan por padecimientos que afectan las válvulas cardiacas.
Existen una serie de riesgos potenciales de adquirir un soplo cardiaco, entre ellos:
- Hipertensión arterial y pulmonar.
- Fiebre reumática.
- Hipertiroidismo.
- Miocardiopatía.
- Endocarditis.
- Síndrome hipereosinofílico.
- Lupus.
- Artritis.
- Patologías valvulares cardiacas.