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¿Qué es la taquicardia ventricular?

4 de diciembre 2025

La taquicardia ventricular es una arritmia potencialmente peligrosa en la que el corazón late a una velocidad anormalmente alta, superando las 100 pulsaciones por minuto. Este ritmo acelerado impide que el corazón bombee de manera eficaz la sangre hacia el resto del cuerpo, lo cual puede producir complicaciones graves como insuficiencia cardiaca, fibrilación ventricular, accidente cerebrovascular o incluso un paro cardiaco.

Se trata de un trastorno que suele originarse por alteraciones en los impulsos eléctricos del corazón y puede presentarse tanto en personas con enfermedades cardiacas previas como en individuos aparentemente sanos. Sin un diagnóstico y tratamiento oportuno, la taquicardia ventricular puede poner en riesgo la vida.

¿Cuál es la causa de la taquicardia ventricular?

La taquicardia ventricular ocurre cuando los impulsos eléctricos dentro de los ventrículos, las cámaras inferiores del corazón, se vuelven anormales, desordenados o demasiado rápidos. Esto provoca que el corazón pierda su capacidad de contraerse de manera coordinada.

Diversas condiciones pueden alterar este sistema eléctrico. Entre las causas más comunes se encuentran:

  • Cardiopatías congénitas, especialmente aquellas que afectan la formación de los ventrículos.
  • Antecedentes familiares de arritmias o muerte súbita.
  • Ataques cardíacos previos o daño en el tejido cardíaco, lo que favorece la aparición de ritmos eléctricos anormales.
  • Aterosclerosis, que reduce el flujo sanguíneo al músculo cardíaco.
  • Desbalance electrolítico, particularmente alteraciones de potasio, sodio, calcio o magnesio.
  • Consumo excesivo de alcohol, tabaco, cafeína o drogas estimulantes.
  • Enfermedades cardíacas o pulmonares crónicas.
  • Estrés intenso o sostenido.
  • Reacción a ciertos medicamentos, especialmente algunos usados para tratar arritmias y problemas respiratorios.

También pueden desarrollarse formas específicas, como la taquicardia ventricular polimorfa y la taquicardia ventricular polimórfica catecolaminérgica, ambas relacionadas con una desorganización irregular en el ritmo de los ventrículos.

Otra variante es la taquicardia ventricular monomórfica, caracterizada por una forma repetitiva y constante del impulso eléctrico, frecuente en personas con cicatrices cardiacas postinfarto.

En situaciones extremas, la taquicardia ventricular puede evolucionar a taquicardia ventricular sin pulso, una emergencia médica en la que el corazón late tan rápido e ineficazmente que deja de bombear sangre.

¿Qué tan grave es una taquicardia ventricular?

La taquicardia ventricular es considerada una arritmia grave, ya que compromete directamente la capacidad del corazón para enviar sangre y oxígeno al cerebro y al resto del cuerpo. La gravedad depende de factores como:

  • Duración del episodio.
  • Frecuencia cardiaca alcanzada.
  • Presencia o ausencia de pulso.
  • Condiciones previas del corazón del paciente.

Episodios breves pueden causar mareo o desmayos, mientras que episodios prolongados aumentan el riesgo de insuficiencia cardiaca, fibrilación ventricular y paro cardiaco, los cuales pueden causar la muerte en minutos sin atención inmediata.

La fibrilación ventricular, una complicación estrechamente relacionada con esta arritmia, implica que los ventrículos tiemblan en lugar de contraerse, impidiendo completamente el flujo sanguíneo. Esto puede ser consecuencia directa de una taquicardia ventricular sostenida.

Por ello, esta condición requiere atención urgente y un diagnóstico cardiológico preciso para identificar su origen y brindar el tratamiento adecuado.

¿Cuáles son las señales de alerta de la taquicardia ventricular?

Los síntomas de taquicardia ventricular pueden variar dependiendo de la duración del episodio y la salud general del corazón. Entre los signos de alarma más frecuentes se encuentran:

  • Mareo o sensación de desvanecimiento.
  • Confusión o aturdimiento.
  • Dificultad para respirar.
  • Palpitaciones intensas o aceleradas.
  • Opresión o dolor en el pecho.
  • Desmayo (síncope).

Cuando la taquicardia ventricular progresa rápidamente o el corazón no puede mantener el flujo sanguíneo adecuado, se puede perder el conocimiento en segundos.

Es fundamental buscar atención médica inmediata ante cualquiera de estos síntomas, ya que la condición puede avanzar hacia complicaciones graves como paro cardiaco o fibrilación ventricular.

Taquicardia ventricular diagnóstico

Para confirmar el diagnóstico de taquicardia ventricular, el médico revisará los síntomas, el historial clínico y realizará un examen físico. Después, puede solicitar diversos estudios para identificar el tipo de arritmia, su causa y descartar otros padecimientos.

Entre las pruebas más utilizadas se encuentran:

  • Electrocardiograma (ECG): registra la actividad eléctrica del corazón y es la herramienta principal para identificar arritmias.
  • Estudio Holter: dispositivo portátil que registra la actividad cardiaca durante 24–48 horas.
  • Monitor de eventos: útil para detectar episodios intermitentes no captados en estudios breves.
  • Prueba de esfuerzo: evalúa la respuesta del corazón durante la actividad física.
  • Prueba de mesa inclinada: ayuda a determinar causas relacionadas con desmayos.
  • Prueba electrofisiológica: permite estudiar directamente el sistema eléctrico cardiaco mediante catéteres.
  • Ecocardiograma: muestra la estructura y función del corazón.
  • Angiografía coronaria: identifica obstrucciones arteriales.
  • Resonancia magnética cardiaca: ofrece una imagen detallada del tejido cardíaco.
  • Tomografía computarizada: útil para ver estructuras cardiacas y vasculares.
  • Radiografía de tórax: ayuda a descartar otros problemas cardíacos o pulmonares.
Electroencefalograma que demuestra taquicardia ventricular tipo torsade.

Un diagnóstico oportuno permite diferenciar entre taquicardia ventricular monomórfica, polimorfa o taquicardia ventricular sin pulso, lo que determina el tratamiento más adecuado.

¿Cuál es el tratamiento de una taquicardia ventricular?

En la taquicardia ventricular el tratamiento depende de la causa, la duración, el tipo de arritmia y el estado de salud del paciente. Las opciones más comunes incluyen:

  • Medicamentos antiarrítmicos: se utilizan para restaurar el ritmo normal del corazón y prevenir nuevos episodios. También pueden emplearse fármacos para corregir desbalances electrolíticos y controlar enfermedades subyacentes.
  • Cardioversión o desfibrilación: para la taquicardia ventricular sostenida, especialmente cuando se acompaña de síntomas graves, se requiere el uso de un desfibrilador, que aplica una descarga eléctrica para restablecer un ritmo normal. En casos de taquicardia ventricular sin pulso, la desfibrilación debe realizarse de inmediato como parte de la reanimación cardiopulmonar.
  • Ablación con catéter: este procedimiento destruye el tejido cardíaco que genera el impulso eléctrico anormal. Es una opción eficaz en casos recurrentes.
  • Desfibrilador automático implantable (DAI): se coloca en pacientes con riesgo elevado de muerte súbita o episodios recurrentes. El DAI detecta arritmias peligrosas y aplica automáticamente una descarga eléctrica para corregir el ritmo.
  • Tratamiento de enfermedades subyacentes: es indispensable corregir causas como:
    • Deficiencias electrolíticas.
    • Enfermedad coronaria.
    • Insuficiencia cardíaca.
    • Consumo de sustancias estimulantes.

Estas medidas forman parte de los tratamientos para taquicardia más completos y reducen el riesgo de recurrencia.

¿Cuánto puede vivir una persona con taquicardia ventricular?

La expectativa de vida en pacientes con taquicardia ventricular varía significativamente según diversos factores:

  • La causa de la arritmia.
  • La presencia de daño cardiaco previo.
  • El tipo de taquicardia ventricular (monomórfica o polimórfica).
  • El tiempo que toma recibir atención médica.
  • La respuesta al tratamiento.

Con un diagnóstico temprano, un tratamiento adecuado y el uso de dispositivos como el desfibrilador implantable, muchas personas pueden llevar una vida larga y relativamente normal.

Sin embargo, cuando la taquicardia ventricular no se detecta o trata oportunamente, el riesgo de paro cardiaco o fibrilación ventricular aumenta considerablemente, reduciendo la esperanza de vida.

El seguimiento con un cardiólogo especializado en arritmias, cambios en el estilo de vida y control de factores de riesgo son clave para mejorar el pronóstico.

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Fuentes:

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    Ricardo Ostos

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