Es frecuente que los bebés y niños pequeños se golpeen la cabeza por accidente, aprendiendo a caminar o incluso jugando, a esto se le conoce como trauma craneal. Aunque la mayoría de los golpes son leves y no generan daño en el pequeño, es posible que se presenten heridas, bultos producto del golpe (chichones) o dolor y, en casos extremos, lesiones en el cerebro o a tener consecuencias fatales.
Como la mayoría de los golpes en la cabeza son leves, es importante que tanto el padre como la madre mantengan la calma para lograr tomar decisiones adecuadas.
Existen diferentes situaciones en las cuales, tras el golpe, se recomienda asistir con el médico pediatra o incluso al área de urgencias en el hospital. Estas pueden incluir:
- Tres o más vómitos en menos de 24 horas, sin importar la cantidad que expulse.
- Dolor de cabeza que no se desvanece.
- Imposibilidad para mantenerse despierto.
- Habla o coordinación distorsionada.
- Convulsiones o movimientos raros en los ojos.
- Presenta cambios en su conducta habitual, esto puede incluir mucho llanto, confusión o irritabilidad.
- Visión borrosa.
- Problemas en la memoria o la concentración.
- Insensibilidad en brazos o piernas.
- No recuerda el momento del golpe.
- Sangrado o escurrimiento de líquido transparente en oídos o nariz.
- No logra caminar recto, se tambalea.
- Desmayos.
La gravedad de la lesión se relaciona con la fuerza, distancia desde la que se cayó y la zona del golpe. En caso de ser un golpe leve, se recomienda mantener vigilado al bebé y realizar lo siguiente:
- Permitir que el bebé duerma, pero despertarlo cada tres o cuatro horas para confirmar que no haya cambios perceptibles.
- A lo largo de las primeras 24 horas estar atento a cualquier cambio en su conducta o físico.
- Pasadas las 24 horas y, si no hay ningún dato de alarma, el bebé o niño podrá realizar sus actividades normales.
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