Los síntomas de várices esofágicas suelen pasar inadvertidos y se llegan a diagnosticar gracias a estudios en pacientes con cirrosis o hipertensión portal.
Várices en el estómago
Las várices esofágicas son una condición médica seria que se asocia comúnmente con enfermedades hepáticas avanzadas como la cirrosis, que puede pasar desapercibida hasta que se presentan síntomas de gravedad.
Las várices esofágicas son venas dilatadas y frágiles que se forman en el revestimiento del esófago, que es el tubo que conecta la garganta con el estómago.
Este tipo de várices suelen ser consecuencia de un aumento en la presión dentro de las venas del sistema portal, a esta condición se le conoce como hipertensión portal. Aunque principalmente las várices esofágicas se ubican, como su nombre lo indica, en el esófago, también pueden formarse en el estómago y reciben el nombre de várices gástricas.
La hipertensión portal suele ocurrir debido a la cicatrización progresiva del hígado, un proceso llamado cirrosis. Este daño hepático impide que la sangre fluya libremente a través del hígado, lo que obliga a la sangre a buscar vías alternas, donde se incluyen las venas del esófago y del estómago.
Pero estas venas no están diseñadas para soportar tanta presión, lo que provoca su hinchazón y fragilidad; en caso de que estas várices se rompan, puede resultar en hemorragias masivas que ponen en riesgo la vida de la persona.
Por qué salen las várices
La formación de várices esofágicas está relacionada de manera directa con la hipertensión portal, que a su vez se puede originar por múltiples causas:
- Cirrosis hepática: esta es la causa más común del desarrollo de várices esofágicas; y la cirrosis puede ser consecuencia del consumo excesivo de alcohol, de hepatitis viral crónica o de esteatosis hepática no alcohólica.
- Trombosis de la vena porta: la obstrucción del flujo sanguíneo en la vena porta, debido a un coágulo, puede provocar hipertensión portal, aumentando el riesgo de várices esofágicas.
- Enfermedades hepáticas; más allá de la cirrosis, existen otras enfermedades hepáticas como la esquistosomiasis que es una infección parasitaria que puede causar daño hepático y predisponer a la formación de várices.
- Presión intraabdominal elevada: condiciones que aumenten la presión intraabdominal como el embarazo o tumores abdominales, pueden contribuir al desarrollo de hipertensión portal.
Sin importar su origen, en general, las várices esofágicas a menudo no causan síntomas en sus etapas iniciales y su presencia suele detectarse a raíz de estudios para otras condiciones como la hipertensión portal o la cirrosis. Sin embargo, una vez que las várices esofágicas manifiestan síntomas, se puede incluir:
- Hematemesis: el vómito con sangre es uno de los signos más graves, puede ser de una coloración rojo brillante o como si hubiera granos de café, esto último pasa si la sangre ha sido digerida parcialmente.
- Melena: la sangre que pasa a través del sistema digestivo puede aparecer como heces negras y alquitranadas, que es un signo de hemorragia digestiva.
- Anemia: la pérdida de sangre de manera continua puede provocar anemia y presentar síntomas como fatiga, debilidad y piel pálida.
- Shock hipovolémico: en caso de que una várice esofágica se rompa, puede causar una hemorragia masiva, lo que resulta en una caída rápida de la presión arterial y llevar a la persona a un shock, lo que requiere atención médica inmediata.
- Dolor abdominal: es poco común, pero algunos pacientes pueden experimentar molestias en la parte superior del abdomen.
- Síntomas de enfermedad hepática avanzada: los pacientes con várices esofágicas, con frecuencia tienen signos de daño hepático severo como ictericia que es la coloración amarillenta de piel u ojos, la ascitis que es la acumulación de líquido en el abdomen, o confusión mental a causa de la encefalopatía hepática.
Várices esofágicas, tratamiento
Para las várices esofágicas, el tratamiento consta de dos objetivos principales. Por un lado, está prevenir las hemorragias y, por el otro, tratar las complicaciones que estas provocan.
En caso de aquellos pacientes con várices esofágicas diagnosticadas, pero que no han sangrado, el tratamiento preventivo es crucial e incluye el uso de medicamentos enfocados a reducir la presión en las várices al disminuir el flujo sanguíneo portal. También existe un procedimiento denominado como ligadura endoscópica que consiste en colocar bandas elásticas alrededor de las várices para reducir su tamaño y el riesgo de sangrado gastrointestinal.
En caso de que una várice esofágica se haya roto, el tratamiento de emergencia es esencial para salvar la vida del paciente y puede incluir transfusión de sangre, endoscopia terapéutica, medicamentos vasoconstrictores y, para casos más graves, el apoyo de una sonda de balón esofágico que es una técnica temporal destinada a comprimir las várices para detener el sangrado.
Posterior al episodio de sangrado, existe un alto riesgo de recurrencia, por lo cual se requiere de prevención secundaria con el apoyo de medicamentos y un procedimiento denominado como derivación portosistémica intrahepática transyugular (TIPS), que permite crear una conexión entre la vena porta y una vena hepática, para reducir la presión portal; esta opción se emplea en pacientes con hemorragias recurrentes.
Adicional a todo esto, es importante abordar la causa raíz de la hipertensión portal.
Aunque es raro identificar los síntomas de varices esofágicas en una etapa inicial, es importante prestar atención a la salud en general, especialmente a las condiciones hepáticas. El diagnóstico temprano, la prevención y el manejo adecuado son esenciales para reducir los riesgos asociados a esta condición.
En el área de Medicina Interna del Centro Médico ABC te podemos dar atención especializada ¡Contáctanos!
Fuentes:
MedlinePlus, MSD Manuals, Scielo
