Como objetivo, el tratamiento de la isquemia miocárdica busca restaurar el flujo sanguíneo al músculo cardíaco y prevenir complicaciones graves, como el infarto agudo de miocardio. Para lograr esto, se emplean enfoques farmacológicos, intervencionistas y quirúrgicos, en función a la gravedad del caso y las condiciones de cada paciente.
El uso de fármacos permite dilatar las arterias coronarias reduciendo la demanda de oxígeno del miocardio, mejorando la perfusión coronaria o previniendo la formación de trombos. También se busca reducir el colesterol y estabilizar las placas de ateroma, para disminuir el riesgo de eventos cardiovasculares.
Para los casos más avanzados o en situaciones donde el tratamiento farmacológico no dio los resultados esperados, se puede recurrir a procedimientos intervencionistas como la angioplastia coronaria y colocación de stents que permite abrir las arterias obstruidas y mejorar el flujo de la sangre.
En aquellos pacientes que presentan enfermedad arterial coronaria extensa o múltiple, suele emplearse la cirugía de revascularización miocárdica, también conocida como bypass coronario.
Adicionalmente, la modificación de hábitos de vida es un pilar esencial del tratamiento, incluyendo el control de la hipertensión, la diabetes y la dislipidemia.
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