El diagnóstico por imagen permite al sector médico observar el interior del cuerpo humano sin la necesidad de invadirlo, esto ha permitido crear imágenes de las estructuras anatómicas y, con esto, diagnosticar o detectar situaciones que podrían ser de riesgo para la persona.
En las mujeres, el ultrasonido de mama y la mastografía son dos métodos que ayudan a diagnosticar el cáncer de mama desde una etapa temprana, lo que ayuda a lograr un buen tratamiento y llegar a la recuperación de la mujer, señala el Dr. Jonathan Salazar Segovia, radiólogo especialista en imagen mamaria del Centro Médico ABC.
En 2020, 685 000 personas fallecieron por cáncer de mama en todo el mundo. Aproximadamente, la mitad de todos los casos de cáncer de mama afectan a mujeres que no tienen factores de riesgo específicos aparte del sexo y la edad, indica la Organización Mundial de la Salud.
La mastografía, también conocida como mamografía, es un método que emplea dosis bajas de radiación, que son muy seguras y que permiten la obtención de imágenes de la mama y de la región axilar. La mastografía es el único método de tamizaje que ha logrado demostrar una reducción en la mortalidad de este tipo de cáncer.
Mientras que el ultrasonido de mama no requiere de radiación, para su implementación se emplean ondas sonoras que permiten generar imágenes del interior de la mama.
Ambos estudios son empleados principalmente para el diagnóstico temprano de cáncer de mama, pero también son útiles para detectar otras enfermedades de tipo inflamatorias, autoinmunes, entre otras, o que tengan alguna relación directa con la mama o la axila.
En función a los síntomas de la paciente, el médico indicará la realización de uno u otro. Pero al hablar en específico de cáncer de mama, se debe realizar en toda mujer mayor a 40 años, indica el Dr. Salazar.
Una vez que se ha llegado a esta edad, deberá comenzar a realizarse de manera anual la mastografía; estudio que podría requerir el complemento de otros métodos de imagen en función a la densidad mamaria. Esto se debe a que a mayor cantidad de tejido glandular se llega a considerar una mama densa, situación completamente normal en muchas mujeres y, por ende, la probabilidad de que se requieran estudios adicionales es mayor.
El primero de estos es la tomosíntesis, que se podría considerar una forma avanzada de la mastografía, se emplea principalmente en pacientes con mama densa y se puede realizar a la par de la mastografía.
El segundo estudio es el ultrasonido mamario, que también se emplea en pacientes con un tejido mamario denso, debido a que la detección de nódulos suele ser menor en la mastografía cuando hay menos grasa en la mama. Algo importante de recalcar es que el ultrasonido como método único para el diagnóstico de cáncer de mama no es recomendado, ya que existen diferentes tipos de cánceres que no llegan a ser visibles únicamente por ultrasonido.
Durante la realización de la mastografía la paciente se colocará frente a un equipo especial de rayos x, el mastógrafo; se realizará compresión a cada mama y se tomarán dos proyecciones por mama, o cuatro en caso de que la paciente tenga implantes. Dependiendo de los hallazgos observados en el estudio existe la posibilidad de que se requieran proyecciones adicionales, esto puede ser una situación normal que se indica cuando hay que caracterizar alguna zona específica de la mama por haber llamado la atención o simplemente porque se requiere de una perspectiva distinta para confirmar que todo está en orden.
Previo a la realización de la mastografía o del ultrasonido, se requiere hacer un breve cuestionario clínico, con el que se busca conocer las características que incrementan el riesgo para cáncer de mama, como por ejemplo, si se han tenido hijos, si la mujer ha lactado, si cuenta con implantes, si tiene algún síntoma, si hay antecedentes familiares, entre otras preguntas.
Por otro lado, el ultrasonido mamario es un procedimiento menos molesto al no haber compresión. Para esto, la paciente se recuesta boca arriba y el encargado de realizar el procedimiento revisará cada mama con un transductor que entra en contacto con la piel.
Al ser un procedimiento de rutina, para ambos estudios, lo óptimo es realizarlo 10 días aproximadamente después de la menstruación, esto con el objetivo de disminuir la molestia secundaria en la compresión. Pero en caso de que el estudio sea indicado por alguna sintomatología, se puede realizar en cualquier momento.
El Dr. Salazar comenta que es frecuente creer que quien tiene más riesgo de vivir cáncer de mama es alguien con un familiar cercano que lo ha vivido; la realidad es que alrededor del 75% de los casos de cáncer de mama se presentan en mujeres que no tienen ningún factor de riesgo o antecedentes familiares. Por este motivo, independientemente de si hay riesgo o no lo hay, es importante realizar la mastografía de manera anual a partir de los 40 años y complementarlo con el ultrasonido en caso de que sea necesario.
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Fuente:
Dr. Jonathan Salazar Segovia – Radiólogo especialista en imagen mamaria del Centro Médico ABC
OMS