¿Qué es un tumor anexial?

Los tumores anexiales son masas que se forman en las estructuras alrededor del útero, como los ovarios, las trompas de Falopio y los tejidos conectivos que rodean estos órganos. La mayoría de estas masas son benignas y no representan un riesgo grave para la salud; sin embargo, en algunos casos pueden relacionarse con tumores malignos, especialmente en el contexto del cáncer de ovario, una enfermedad que, de acuerdo con diversas guías clínicas como la GPC de cáncer de ovario, representa un riesgo importante por su alta mortalidad si no se detecta a tiempo.

Estas tumoraciones pueden presentarse a cualquier edad, aunque son más frecuentes en mujeres en edad reproductiva. Su origen es variado y puede ser neoplásico, congénito, inflamatorio, hemorrágico, fisiológico u obstructivo, lo que explica por qué no existe un único tipo ni un solo comportamiento clínico. En muchos casos, los tumores anexiales se detectan por casualidad durante estudios de rutina, ya que suelen ser asintomáticos, pero cuando generan molestias es importante acudir a valoración médica.

Comprender qué es un tumor anexial, cómo se diagnostica y cuándo requiere tratamiento evita confusiones frecuentes con otras condiciones como el síndrome de ovario poliquístico, los tumores de ovario benignos o los quistes funcionales que suelen ser parte del ciclo menstrual. 

Un tumor anexial es cualquier masa que aparece en los anexos uterinos, es decir, los órganos que rodean al útero: los ovarios, las trompas de Falopio y los tejidos de soporte cercanos. El término “anexial” no define si es benigno o maligno, sino únicamente su localización.

Estas masas pueden incluir:

• Quistes simples u ováricos funcionales.
• Tumores de ovario benignos.
• Quistes paraováricos.
• Endometriomas.
• Miomas pediculados.
• Inflamaciones o abscesos.
• Tumores malignos, como cáncer de ovario.

Aunque la mayoría de los casos no corresponden a cáncer, es importante su adecuada evaluación debido a que el cáncer de ovario, según la GPC de cáncer de ovario, suele detectarse tarde porque no presenta síntomas en fases iniciales.

¿Cuáles son los síntomas de un tumor anexial?

Los tumores anexiales y las masas anexiales generalmente no generan síntomas. Este es uno de los principales motivos por los que frecuentemente se detectan de manera incidental. Sin embargo, cuando las tumoraciones crecen o afectan estructuras cercanas, pueden provocar diversas manifestaciones.

Los síntomas más comunes incluyen:

• Inflamación abdominal: puede aparecer un aumento progresivo del volumen abdominal o sensación de distensión. Este síntoma es muy común en tumores anexiales de gran tamaño.
• Molestias o dolor pélvico: puede presentarse una molestia ligera o un dolor que aumenta con la actividad física o las relaciones sexuales. El dolor agudo puede indicar complicaciones como torsión ovárica.
• Lumbalgia: el dolor en la zona lumbar puede deberse a la presión que ejerce la masa sobre nervios o tejidos cercanos.
• Micción frecuente: las masas pueden presionar la vejiga, provocando la necesidad de orinar con mayor frecuencia o dificultad para vaciar completamente.
• Alteraciones intestinales: estreñimiento, sensación de plenitud o cambios en la motilidad intestinal pueden asociarse con la compresión del intestino.
• Síntomas inespecíficos: cansancio, cambios en el sangrado menstrual o sensación de presión abdominal también pueden aparecer.

Estos síntomas pueden confundirse con otras condiciones ginecológicas, como el síndrome de ovario poliquístico, que también ocasiona irregularidades menstruales, dolor pélvico o aumento de volumen ovárico, aunque su origen es completamente distinto.

Si presentas síntomas persistentes, es importante consultar a un especialista para descartar un tumor anexial o identificar otras causas como un quiste anexial, endometriosis, infecciones pélvicas o trastornos hormonales.

¿Cómo se realiza el diagnóstico de una masa anexial?

El diagnóstico de una masa anexial puede ser un reto, ya que muchas veces no causa molestias. Por ello, la mayoría de los hallazgos se hacen durante:

• Revisiones ginecológicas de rutina.
• Ultrasonidos de control.
• Estudios solicitados por otros motivos.

Cuando hay síntomas, el médico evaluará su evolución, duración e impacto, además del historial clínico, antecedentes familiares de cáncer de ovario y trastornos hormonales.

El proceso diagnóstico generalmente incluye:

Ecografía transvaginal o pélvica

Es el método más utilizado para identificar un tumor anexial, permite evaluar el tamaño, localización, bordes, contenido ya sea sólido, quístico o mixto; y la vascularidad. 

La ecografía también ayuda a diferenciar entre un quiste funcional simple, un tumor de ovario benigno o una masa sospechosa de cáncer.

Examen pélvico

Permite identificar irregularidades en el tamaño, sensibilidad o movilidad de los órganos reproductivos. No siempre detecta masas pequeñas, pero ayuda a orientar el diagnóstico.

Análisis sanguíneos

Incluyen marcadores tumorales como CA-125, útiles para evaluar riesgo de cáncer, aunque no son específicos.

En condiciones como el ovario poliquístico, los análisis suelen mostrar alteraciones hormonales, lo que ayuda a diferenciar el origen del problema.

Tomografía computarizada o resonancia magnética

Se emplean cuando la ecografía no define adecuadamente la masa o cuando existe sospecha de malignidad.

Biopsia o estudio histopatológico

En algunos casos, se requiere obtener tejido para confirmar si el tumor es benigno o maligno. La biopsia generalmente se realiza después de la cirugía.

Diferenciar un tumor anexial de otras condiciones

No todo aumento en el tamaño ovárico corresponde a un tumor. Por ejemplo:

• En el síndrome de ovario poliquístico, los ovarios presentan múltiples quistes pequeños, pero no constituyen un tumor.
• Un quiste anexial puede ser funcional y resolverse espontáneamente.
• Un endometrioma puede parecer tumor, pero es tejido endometrial acumulado.

Por ello, el diagnóstico adecuado es fundamental para evitar confusiones y ansiedad innecesaria.

¿Qué significa tener un quiste anexial?

Un quiste anexial es una acumulación de líquido que se forma en los anexos uterinos, principalmente en los ovarios. Los quistes son extremadamente frecuentes y, en la mayoría de los casos, son benignos y temporales.

Los tipos de quistes anexiales más comunes son:

• Quistes funcionales: son los más comunes y se relacionan con el ciclo menstrual. Incluyen quiste folicular y quiste del cuerpo lúteo; suelen desaparecer solos sin necesidad de tratamiento.
• Quistes paraováricos: se forman fuera del ovario, en los tejidos cercanos, y casi siempre son benignos.
• Endometriomas: asociados a la endometriosis, pueden causar dolor pélvico intenso y afectar la fertilidad.
• Quistes dermoides: contienen distintos tipos de tejido. Son benignos, pero requieren seguimiento e incluso cirugía.
• Quistes hemorrágicos: ocurren cuando un quiste funcional sangra internamente.

¿Es grave tener un quiste anexial?

No necesariamente es grave tener un quiste anexial, y en la mayoría de los casos puede no generar síntomas, no afectar la fertilidad, no relacionarse con el cáncer y se llega a resolver sin intervención.

Sin embargo, se vigila su evolución porque un quiste anexial puede complicarse si aumenta de tamaño, se rompe o se tuerce, generando dolor intenso.

Cuando un quiste tiene características sospechosas, se evalúa bajo criterios similares a los utilizados en la GPC de cáncer de ovario.

Tumor anexial, tratamiento

El tratamiento de un tumor anexial depende de diversos factores, donde se incluye el tipo de masa, tamaño, síntomas, edad de la paciente, riesgo de malignidad y el deseo de preservar la fertilidad.

Como primera opción en foque está la observación y vigilancia, donde se revisa si la masa es pequeña, tiene características benignas, causa o no síntomas y corresponde a un quiste funcional. Aquí se incluyen ultrasonidos de control cada 2–3 meses.

El manejo de síntomas para las molestias pélvicas o inflamación incluye uso de analgésicos, antiinflamatorios y anticonceptivos hormonales, en algunos casos, para evitar formación de nuevos quistes.

La cirugía se indica cuando la masa es grande, causa síntomas intensos, hay riesgo de torsión ovárica, tiene características sospechosas de malignidad o no se resuelve con el tiempo. Aquí los procedimientos pueden ser:

• Laparoscopía: técnica mínimamente invasiva, usada en la mayoría de los casos.
• Laparotomía: cirugía abierta, indicada si se sospecha cáncer.

Si el tumor es maligno, el tratamiento seguirá protocolos similares a los del cáncer de ovario, pudiendo incluir cirugía oncológica especializada y quimioterapia.

La preservación de la fertilidad en mujeres jóvenes tiene como objetivo conservar la mayor cantidad posible de tejido ovárico. Los tumores benignos generalmente permiten preservar la capacidad reproductiva.

¿Cuándo acudir al médico?

Consulta a un especialista si presentas:

• Dolor pélvico persistente o incapacitante.
• Aumento del volumen abdominal.
• Sangrados menstruales anormales.
• Dificultad para orinar o evacuar.
• Antecedentes familiares de cáncer de ovario.
• Sospecha de síndrome de ovario poliquístico, endometriosis o quistes recurrentes.

La detección temprana es clave para evitar complicaciones.

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